
San Felipe, Guanajuato
En San Bartolo de Berrios hubo llanto, dolor, impotencia y exigencia de justicia. En esta comunidad de San Felipe despidieron a los siete jóvenes asesinados el pasado lunes por un comando armado.
Los cuerpos de César Emmanuel, Ángel Gerardo, Ángel Luis, Mariano, Miguel, Braulio Ignacio Y Ángel Rodríguez reposaban al interior cada caja que se colocaron al frente de la parroquia de la comunidad que lució abarrotada.
El arzobispo de León Jaime Calderón ofició la misa en la que pidió poner un alto a la violencia e inseguridad, dejar de matar hermanos y volver a la paz que por muchos años se tuvo en Guanajuato.
“Y hoy como su arzobispo me debo también al señor y digo esto, a quienes hacen el mal, dejen de asesinar a sus hermanos, porque la vida es un don de Dios y nadie tiene el derecho de arrebatarle la vida a un hermano, es un don de Dios”.
Jaime Calderón Calderón, Arzobispo de León
Globos blancos, flores y pirotecnia acompañaron el cortejo de los jóvenes hasta el panteón de la comunidad, un mar de gente entre familiares, amigos, conocidos y demás gente que se unió este día seguían su andar.
Ya en el panteón entre las personas estaban los padres de cada joven, veían por última vez el rostro de su hijo antes de dejarlo partir, el llanto de sus familiares sobresalía del silencio que se tenía entre los presentes.